Esta mañana el mensaje en el desayuno ha venido de mano de nuestro capellán.
Y lo compartimos con vosotros:
EL SEÑOR ES NUESTRO PASTOR
El Señor es mi pastor, nada me falta
En verdes praderas me hace recostar
Me conduce hacia fuentes tranquilas y repara mis fuerzas
Aunque camine por cañadas oscuras, nada temo
Porque tú vas conmigo, tu vara y tu cayado me sosiegan
Tu bondad y tu misericordia me acompañan, todos los días de mi vida
Habitaré en la casa del Señor por años sin término ( Sal 22)
Queridos Residentes
Ha llegado a mis oídos, que cada Domingo en el desayuno, como gesto de buenos días y sobretodo como gesto de cariño, os llevan algún detalle: un dibujo, un poema, un escrito de agradecimiento, música, un anuncio, ect.
Siempre he pensado, y seguro me lo habéis oído muchas veces; que en lo pequeño se juega lo grande.
Yo también quiero tener un gesto pequeño con vosotros, que simplemente consiste, en haceros llegar através de este medio, mi cariño, afecto y cercanía.
Que sepáis, que a pesar de no haber podido vernos en todo este tiempo, por los motivos que todos conocemos, ni un solo día, os he olvidado.
Siempre os he tenido presentes en mi oración y muy especialmente, cuando he podido celebrar la Eucaristía; allí en la patena, he puesto todos y cadauno de vuestros nombres y rostros, que me ha dado mucho tiempo pasar por mi mente y corazón.
Aun más, he rezado y rezo, por los que han estado más enfermos y por los que, como mi propia madre, se han ido a la casa del Padre, donde sabemos que un día nos encontraremos , para vivir esa Alegría y Paz en plenitud, que sabemos Dios nos ha regalado por Amor.
He estado muy cerca de los más enfermos, por haberlo estado yo también, y ese ha sido el motivo, por el que en tanto tiempo, no nos hemos podido ver, lo que tanto me ha costado no poder hacer.
Pero mi confianza y abandono esta puesto en el Señor.
El Único y Verdadero Buen Pastor, que nos cuida, nos reúne, nos guarda, nos alimenta, lleva en hombros a la enferma, nos cosuela, nos alienta, nos acompaña y ha sido capaz de dar la vida por nosotros.
El que nos conduce por las “cañadas oscuras de la vida”, como ahora estamos atravesando toda la humanidad, hasta las “verdes praderas” de su Amor y Misericordia, que nunca nos faltaran.
Por ello, a pesar de no poder acompañaros, como hubiese sido mi deseo, he estado tranquilo, porque se estáis en sus manos y en mejores manos, no se puede estar.
Esas manos, ese rostro, esa mirada, esa sonrisa, que habéis podido percibir en todas y cadauna de las personas que en esta residencia, durante este tiempo tan difícil, os han cuidado y servido, que no es otro, que todo el personal de la residencia.
Quiero terminar, dándoles las gracias a todos ellos. Tambien a mi y a mi madre, nos han atendido y cuidado en los momentos mas duros.
Y doy gracias a Dios por todos vosotros que estos años, tantos gestos de cariño habéis tenido con nosotros y por haberme enseñado, que la sencillez, la pequeñez, la humildad es lo que todo ser humano, mas deberíamos valorar, para vivir como la familia de los hijos de Dios que somos. GRACIAS
Paz y bien
José María (capellán)